Conferencia del Episcopado Mexicano Comisión Episcopal para la Pastoral Social
Dimensión Episcopal de la Pastoral de Movilidad Humana
“Orientaciones para la 111 Jornada Mundial del Migrante y Refugiado”
A los señores Cardenales, Arzobispos y Obispos de México:
Los días 4 y 5 de octubre del presente Año Jubilar celebraremos la 111 Jornada Mundial de las personas migrantes y refugiadas, con el tema: “Migrantes, misioneros de esperanza”.
“Los migrantes y los refugiados -afirma el Papa León XIV- recuerdan a la Iglesia su dimen- sión peregrina, perpetuamente orientada a alcanzar la patria definitiva, sostenida por una esperanza que es virtud teologal” (Mensaje para la 111 Jornada mundial del migrante y del refugiado 2025).
Efectivamente, el testimonio de los migrantes y los refugiados nos hace tener presente que “somos ciudadanos del cielo” (Flp 3, 20). Y esto nos lleva a un compromiso concreto, que san Agustín expresa así: “debemos vivir una vida buena para alcanzar una vida bienaventurada” (La Ciudad de Dios, XIV, 9).
Esa vida buena exige que, con ayuda del Espíritu Santo, procuremos vivir cada día según el mandato del Señor: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente… Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22, 37.39).
Ese amor ha de llevarnos a hacer nuestras las penas, las dificultades y las esperanzas de nuestros hermanos migrantes y refugiados, sobre todo indocumentados, que, a causa de la actividad del crimen organizado y de las actuales políticas migratorias, son etiquetados, arrinconados, atemorizados, invisibilizados y abandonados a la incertidumbre.
Frente a esta realidad, es preciso contribuir a la construcción de una cultura que, animada por la segunda virtud teologal, ofrezca signos concretos de esperanza a los migrantes y refugiados, a quienes trabajan en su favor, y a las comunidades que los reciben, procu- rando, como pedía el Papa Francisco, acogerlos, protegerlos, promoverlos e integrarlos (cf. Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado 2018).
Con esta convicción, la Dimensión Episcopal para la Pastoral de la Movilidad Humana desea poner a su consideración las siguientes propuestas:
1.Que durante el mes de septiembre, los señores Cardenales, Arzobispos y Obispos, así como los presbíteros, al término de la oración después de la comunión y antes de la bendición, ofrezcan una breve reflexión tomada del Mensaje del Santo Padre para la 111 Jornada Mundial del migrante y del refugiado 2025, que favorezca una visión positiva y esperanzadora del fenómeno migratorio, y nos mueva, además de a la solidaridad con las personas en contexto de movilidad, a exigir a las autoridades y a la sociedad un trato digno y respetuoso de sus derechos humanos.
2. Que en ese mismo mes de septiembre, y particularmente los días 4 y 5 de octubre, en las catedrales, parroquias, rectorías y capillas, se ofrezca la Santa Misa, el Santo Rosario, la Coronilla de la Divina Misericordia y la Adoración Eucarística por los migrantes y refu- giados, por las autoridades y por toda la sociedad, pidiendo a Dios que nos ayude en esta peregrinación terrena a construir con esperanza un mundo más fraterno, conscientes de que todos somos hijos del mismo Padre, llamados a alcanzar la Patria eterna.
3. Que los días 4 y 5 de octubre, los señores Cardenales, Arzobispos y Obispos, en coordinación con sus equipos diocesanos de Pastoral de Movilidad Humana o Pastoral Social, organicen una peregrinación hacia alguna Casa del Migrante o Albergue que se encuentre en su diócesis, y, si es posible, celebren ahí la Eucaristía para pedir a Dios por los migran- tes y refugiados, rogar por el eterno descanso de quienes han perdido la vida durante su travesía, manifestar a las personas en contexto de movilidad la cercanía del Señor y de su Iglesia, llevarles esperanza, y animar a quienes colaboran en su servicio.
4. Que los días 4 y 5 de octubre, los párrocos, en coordinación con sus agentes de pastoral y consejos parroquiales, realicen una peregrinación hacia alguna de las casas del migrante o albergues que se encuentren en sus diócesis, les lleven algunos alimentos, artículos de aseo personal y ropa, y, de ser posible, celebren la eucaristía, haciendo un llamado a la fraternidad entre las personas migrantes y refugiadas, y las comunidades de recepción.
5. Que el 4 de octubre se celebre una vigilia de oración por las personas migrantes desaparecidas o que murieron en alguna de las tragedias ocurridas en México: San Fernando, Tamaulipas; Cadereyta, Nuevo León; Camargo, Michoacán; Ciudad Juárez, Chihuahua; Chiapa de Corzo, Chiapas; Yuriria, Guanajuato.
Así mismo, animamos a los coordinadores diocesanos de Pastoral de Movilidad Humana y Pastoral Social, a los responsables de Casas del Migrante, Albergues y demás iniciati- vas, a ofrecer en sus diócesis las propuestas que consideren oportunas para vivir lo más plenamente posible esta 111 Jornada Mundial, “Migrantes, misioneros de esperanza”.
Que Dios, Nuestro Señor, por intercesión de Nuestra Madre de Guadalupe, nos ayude a construir “un nosotros que habita la casa común” (Fratelli tutti, 17).
+Eugenio Andrés Lira Rugarcía
Obispo de Matamoros-Reynosa
Responsable de la Dimensión Episcopal de Pastoral de Movilidad Humana